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Leishmaniasis visceral

La leishmaniasis visceral (LV) es una enfermedad parasitaria que se encuentra en zonas tropicales y subtropicales. Es una enfermedad sistémica que afecta principalmente a grupos de edad más vulnerables como los niños menores de cinco años y los mayores de 50 años, así como, a los adultos con presencia de comorbilidades o condiciones de inmunosupresión como VIH-SIDA. Si no tratada de forma oportuna, puede evolucionar hacia la muerte en más del 90% de los casos.

En los últimos cinco años se registró un promedio de cerca de 2.850 casos de leishmaniasis visceral, con una tasa media de letalidad del 8,2%. La leishmaniasis visceral se ha registrado en 13 países (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Uruguay y Venezuela), sin embargo 93% de los casos están ocurriendo en Brasil. A pesar de la tendencia en la reducción de los casos de LV en la Región, se observa la expansión geográfica de la enfermedad. 

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Información detallada


La LV es causada por parásitos protozoarios intracelulares del género Leishmania. En las Américas, la Leishmania infantum (syn. L.chagasi) es la especie implicada en la LV.

Los principales reservorios selváticos identificados son los zorros (Cerdocyon thous y Lycalopex vetulus) y los marsupiales (Didelphis spp). En zonas urbanas, el perro (Canis familiaris) es el principal reservorio, sin embargo, los reservorios selváticos también pueden estar presentes en eso ciclo de transmisión.

En el continente americano, el principal vector de la LV es Lutzomyia longipalpis, pero Lu. evansi es un importante vector en algunos países de Centro América, así como, en Colombia y Venezuela, Lu. cruzi es también un vector en municipios del área de frontera de Bolivia con Brasil y Bolivia con Argentina.

La transmisión congénita y parenteral (a través de compartir agujas en personas que usan drogas) han sido reportadas. No hay transmisión directa de persona a persona.

El período de incubación puede oscilar entre 10 días y 24 meses, sin embargo, usualmente es de 2 semanas a 2 meses. La infección se caracteriza por un amplio espectro clínico, que puede variar desde manifestaciones clínicas leves, hasta más graves.

Las manifestaciones clásicas de la LV son: fiebre que puede ser constante o irregular, esplenomegalia (aumento de bazo) que se manifiesta en la gran mayoría de los pacientes, hepatomegalia (aumento de hígado) que puede o no estar presente, palidez causada por anemia grave, leucopenia, trombocitopenia y pérdida de peso que ocurre de forma lenta y progresiva.

Otros signos y síntomas secundarios incluyen trastornos respiratorios o gastrointestinales, como vómitos y diarrea, En los casos graves puede ocurrir desnutrición y edema de miembros inferiores, que puede progresar a anasarca. Otros signos graves importantes son sangrados, petequias, ictericia y ascitis. En estos pacientes, la muerte es determinada generalmente por infección bacteriana o sangrado.

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Se debe considerar personas procedentes de zonas endémicas con una enfermedad persistente, fiebre persistente e inexplicable y acompañada de signos y síntomas sugestivos.

Laboratorio

Se realiza mediante pruebas inmunológica y parasitológica. La prueba inmunológica actualmente disponible, es la prueba rápida inmunocromatográfica, basada en antígeno recombinante rK39 que puede ser utilizada en el nivel de atención primaria. La Inmunofluorescencia Indirecta (IFI) o Ensayo Inmunoenzimático (ELISA) también son pruebas que son utilizadas en algunos países en otros niveles de atención. Las pruebas parasitológicas se realizan mediante la detección de parásitos en tejidos infectados, principalmente en la medula ósea, por medio del examen directo o aislamiento en cultivo (in vitro). Las pruebas moleculares detectan el ADN de la Leishmania por medio del método de PCR.

No hay vacuna o medicamentos disponibles para prevenir la infección.

Para la población humana

Las medidas recomendadas para la protección personal están dirigidas a reducir el contacto con los vectores, en particular: evitar las actividades al aire libre desde el atardecer hasta el amanecer; el uso de mosquiteros; el uso de ropas protectoras y de repelentes de insectos. Las personas con manifestaciones clínicas de la enfermedad deben ser tratadas lo más precozmente posible.

Para control de los vectores

Las medidas preventivas están dirigidas hacia acciones integradas de manejo del ambiente mediante la limpieza de patios y terrenos, con el fin de cambiar las condiciones del entorno que proporcionan el establecimiento de criaderos para las formas inmaduras del vector. El uso de control químico de efecto residual está indicado como medida de control de acuerdo con la situación epidemiológica e indicación de la vigilancia entomológica.

Para control de los reservorios domésticos urbanos

Las medidas preventivas recomendadas son el uso de mallas en perreras y como protección individual el uso en el perro de collares impregnados con insecticida. En las Américas, los perros son el principal reservorio de la leishmaniasis visceral y de mantenedor del parásito en el ambiente urbano.

En áreas de transmisión con importancia epidemiológica, se recomienda la realización de encuestas serológicas en perros y cuando son positivos, está indicada la eutanasia humanitaria.

En 2022, la OPS publicó las nuevas Directrices para el tratamiento de las leishmaniasis en la Región de las Américas, detallando los esquemas y los criterios de indicación del tratamiento para las leishmaniasis en el contexto regional, de acuerdo con las normas de la OMS para la elaboración de directrices. 

Esas recomendaciones pueden diferir de las utilizadas en otros continentes, dados los distintos aspectos epidemiológicos y biológicos, como las diferentes especies circulantes de Leishmania, los ciclos de transmisión y las respuestas al tratamiento.

  • Para tratar leishmaniasis visceral en pacientes pediátricos y adultos inmunocompetentes o inmunodeprimidos, la recomendación es fuerte para el uso de la anfotericina B liposomal.
  • Para tratar la leishmaniasis visceral en pacientes pediátricos y adultos inmunocompetentes, la recomendación es condicional para el uso de antimoniales pentavalentes o desoxicolato de anfotericina Bs. 
  • Para tratar la leishmaniasis visceral en los pacientes inmunodeprimidos, no se recomienda utilizar antimoniales pentavalentes.
  • Para tratar la leishmaniasis visceral en pacientes pediátricos y adultos, no se recomienda usar miltefosina. 

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