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VIH/sida: 40 años de respuesta a una epidemia que marcó a la humanidad

En sus 120 años de vida, la OPS jugó un rol fundamental frente a las epidemias en la región, incluida la del VIH/sida. Aquí, algunos de los hitos más importantes y los desafíos a superar para poner fin al sida


Agosto, 2022


Aarón Zea tiene 32 años, es gestor cultural, ciclista, juega al fútbol todas las semanas y vive con VIH. “Para mi vivir con VIH es muy tranquilo porque he entendido que puedo tener una vida normal, hacer deporte, ir a la universidad y que no me voy a morir de esto”, afirma desde Medellín, Colombia. Aarón dice que en estos nueve años en los que convive con el virus ha aprendido que lo que necesita para estar saludable es “cuidar mi cuerpo, alimentarme bien, hacerme mis chequeos y básicamente tomarme mis medicamentos”.

Hoy en día, el tratamiento para el VIH es efectivo y sencillo y, en general, consiste en una sola píldora al día, con muy pocos o nulos efectos adversos. Pero esto no era así para la mayoría de las personas que se infectaban con el VIH cuando Aarón nació en 1990, y mucho menos en 1981, cuando se diagnosticaron los primeros casos de una neumonía atípica en hombres gays de San Francisco, en los Estados Unidos, algo que marcaría para siempre la vida de la humanidad.

Aaron Zea, lleva una vida activa, a pesar de haber sido diagnosticado con VIH hace nueve años.
Aarón Zea lleva una vida muy activa y es indetectable desde que comenzó el tratamiento antirretroviral para el VIH.


Los nuevos tratamientos han convertido a la infección por VIH en una enfermedad crónica, y redujeron la mortalidad en América Latina un 28% desde 2010, aunque muy por debajo de la reducción global, que fue mayor gracias a los grandes avances en detección temprana, prevención e inicio rápido del tratamiento en África.

En Latinoamérica y el Caribe 2,5 millones de personas viven con VIH. Cada año, alrededor de 120.000 personas adquieren el virus y unas 35.000 pierden la vida por causas relacionadas con el sida, como la tuberculosis, meningitis por criptococo, histoplasmosis o toxoplasmosis. El número de nuevas infecciones aumentó un 5% en América Latina desde 2010, con una reducción parcial en el Caribe.

Hoy, una persona que recibe tratamiento logra suprimir la circulación del virus en la sangre, y no transmite la infección, algo que se conoce como I = I o indetectable es igual a intransmisible, una poderosa arma de protección y prevención.

Los primeros pasos frente a una nueva epidemia

En 1984, tres años después de los primeros casos, se identificó el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) como agente causal del sida, y se determinan las vías de transmisión por la sangre, las relaciones sexuales y de madre a hijo. El primer test para diagnosticar el virus surgió en 1985.

La muerte por sida del actor de cine Rock Hudson ese año instala el tema en la agenda mediática del mundo y de la región, y comienzan las campañas de testeo. Pero, sin antirretrovirales todavía disponibles, los médicos solo podían ofrecer tratamiento para las infecciones oportunistas. “Los pacientes se nos escurrían entre los dedos”, cuenta el infectólogo Pedro Cahn, quien trabajaba en el Hospital Fernández de la ciudad de Buenos Aires, en Argentina, cuando empezó a ver los primeros casos hace cuatro décadas.

Pedro Cahn, infectólogo quien trabajaba en el Hospital Fernández de la ciudad de Buenos Aires, en Argentina.
Dr. Pedro Cahn, infectólogo argentino y líder en la lucha contra el VIH/SIDA.


El doctor Fernando Zacarías vivió la epidemia desde el inicio. Primero, desde los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos y luego como el primer coordinador del Programa de sida y enfermedades de transmisión sexual de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en 1984.

Dr. Fernando Zacarías
El Doctor Fernando Zacarías, primer coordinador del Programa de sida de la OPS, durante una actualización de la situación y respuesta a la epidemia de VIH ante los ministros de Salud de las Américas en el 2000. Junto a él, el doctor George Alleyne, Director de la OPS entre 1995 y 2003.


“La OPS muy rápidamente estuvo alerta a lo que estaba sucediendo y fue la primera organización internacional de salud que se abocó a este problema”, señala. “Adaptamos información de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos y de los CDC, y diseminamos a la región las primeras pautas sobre cómo prepararse para esta epidemia”.

Con recursos del Programa Especial sobre el SIDA de la OMS, creado oficialmente en febrero de 1987, la OPS envió equipos de expertos a los países y territorios de América Latina y el Caribe para ayudarlos a preparar sus primeros planes de acción y a establecer .

También capacitó a los laboratorios de la región para introducir las pruebas de detección y apoyó campañas para promover el uso del preservativo. Los países también empezaron a introducir controles en los bancos de sangre para prevenir la transmisión del VIH, algo que había afectado a personas hemofílicas al inicio de la epidemia.

La presión de los activistas jugó un rol clave para reducir los tiempos de aprobación de nuevos fármacos en los Estados Unidos, y en 1987 se presenta el AZT, el primer antirretroviral contra el sida.

Con recursos del Programa Especial sobre el SIDA de la OMS, creado oficialmente en febrero de 1987, la OPS envió equipos de expertos a los países y territorios de América Latina y el Caribe para ayudarlos a preparar sus primeros planes de acción y a establecer .

También capacitó a los laboratorios de la región para introducir las pruebas de detección y apoyó campañas para promover el uso del preservativo. Los países también empezaron a introducir controles en los bancos de sangre para prevenir la transmisión del VIH, algo que había afectado a personas hemofílicas al inicio de la epidemia.

La presión de los activistas jugó un rol clave para reducir los tiempos de aprobación de nuevos fármacos en los Estados Unidos, y en 1987 se presenta el AZT, el primer antirretroviral contra el sida.

 

 

 

El camino hacia el tratamiento para todos

Hasta la primera mitad de los años 90, los medicamentos disponibles no eran efectivos para controlar el virus, su costo era prohibitivo para muchos (alrededor de 400 dólares mensuales), y los programas de salud pública se concentraban en la prevención y el tratamiento de las diversas infecciones que afectaban a los pacientes con sida.

Brasil y Argentina fueron los primeros países de América Latina en brindar el tratamiento gratuito. Pero esto no sucedió inmediatamente en el resto de los países de la región. Los reclamos y denuncias judiciales de activistas lograron que muchos otros gobiernos comiencen a asumir el costo de los medicamentos en sus programas públicos y garanticen el derecho a los mismos.

Durante la Conferencia Mundial de Sida en Vancouver, Canadá, en 1996 se presenta la terapia antirretroviral altamente activa o cóctel, que marcó un punto de inflexión en el tratamiento, al permitir detener la replicación del virus, recuperar los linfocitos CD4 que combaten las infecciones, reducir las hospitalizaciones y mejorar la sobrevida.

Mejora el acceso a los antirretrovirales

Con el fin de apoyar a los países para mejorar el acceso a medicamentos esenciales y suministros médicos, la OPS crea en el 2000 el Fondo Estratégico, un mecanismo de cooperación que ayudó a los ministerios de salud en la adquisición de antirretrovirales de calidad a un costo más bajo y asequible, a planificar su demanda y evitar desabastecimientos.

“En los últimos cinco años, el Fondo Estratégico adquirió más de 200 millones de dólares en antirretrovirales, alrededor de 2,5 millones de tratamientos para 22 países en la región de las Américas, y unas 12 millones de pruebas de diagnóstico”, detalla Christopher Lim, jefe del Fondo Estratégico. El Fondo ha negociado “reducciones de hasta un 50% en el precio de los tratamientos recomendados por la OMS desde 2017, lo que generó un ahorro de alrededor de 20 millones de dólares para los Estados miembros” de la OPS, señala.

Actualmente la mayoría de personas bajo tratamiento en el mundo recibe el esquema preferente recomendado por la OMS, que consiste en una pastilla al día que combina las drogas tenofovir, lamivudina y dolutegravir (TLD). Este es más eficaz, fácil de tomar, tiene menos efectos secundarios y puede ser utilizado por casi todas las personas con VIH. Además, es menos propenso a la aparición de resistencias a los tratamientos y tiene mejores tasas de supresión viral.

En la región de las Américas, el 69% de las personas con VIH está bajo tratamiento antirretroviral, mientras que el resto aún no conoce su estado, no pudo iniciar o abandonó el tratamiento. La meta para 2030 es que al menos el 95% de quienes viven con el virus sepan que lo tienen, que el 95% esté en tratamiento y que el 95% de los tratados estén indetectables.

“América Latina y el Caribe han sido escenario de una respuesta sin precedentes al VIH, y llegaron a alcanzar las más altas coberturas de tratamiento antirretroviral del mundo”, destaca el doctor Rubén Mayorga, jefe de VIH, Tuberculosis, Hepatitis e Infecciones de Transmisión Sexual en la OPS. “Sin embargo hoy se están quedando atrás, por lo que se debe acelerar el paso”.

Diagnóstico, prevención, estigma y discriminación

En América Latina y el Caribe, 2 de cada 10 personas con VIH no saben que están infectadas y el 30% de las personas llega tarde al diagnóstico, cuando sus defensas están bajas y su vida en riesgo.

“Si no hacemos universal el acceso a la prueba, el tratamiento universal puede ser una fantasía porque solo pueden tratarse los que saben que tienen VIH”, afirma el doctor Pedro Cahn, para quien es necesario normalizar el diagnóstico y ofrecerlo en cualquier consulta médica, sin barreras.

El preservativo, que fue el protagonista de cientos de campañas de prevención en los 90, dejó de ser la única herramienta de prevención. La profilaxis prexposición o PrEP, que consiste en una píldora con alta eficacia para prevenir la infección, se recomienda desde 2015 como opción adicional de prevención para quienes tienen un riesgo sustancial de infectarse. Los hombres gais y hombres que tienen sexo con otros hombres, las mujeres trans, y las trabajadoras sexuales y sus parejas representan más del 90% de los nuevos casos en América Latina, por lo que los esfuerzos deben priorizarse en y con ellos.

El estigma, la discriminación y el miedo siguen alejando a muchos del diagnóstico y la atención y son otra barrera que superar para terminar con el sida como problema de salud pública para 2030 como se lo propusieron las Naciones Unidas.

Acelerar el paso es necesario para poner fin a esta epidemia de cuatro décadas. “Tenemos las herramientas para realizarnos un diagnóstico en casa en 15 minutos, hay tratamientos muy efectivos y accesibles para vivir con el virus y no infectar a otros, y cualquier persona un riesgo sustancial puede recibir una pastilla que es 99% efectiva para prevenir el contagio cuando se toma según lo prescripto. Con todo esto, terminar con el sida es posible”, concluye el doctor Mayorga.

Enlaces

120º Aniversario de la Organización Panamericana de la Salud

120º Aniversario de la Organización Panamericana de la Salud